México vota a favor de una reforma constitucional que amplía las garantías en el derecho a la libertad religiosa en una país declarado aconfesional.
Los medios de comunicación españoles califican de histórica la reforma a la Constitución que acaba de aprobar la Cámara de Diputados de México, por la cual se amplían las garantías en el derecho a la libertad religiosa.
Sin embargo, en el país de origen la medida “ha pasado absolutamente desapercibida, no hay comentarios al respecto ni está en las mesas de tertulianos al día siguiente. Pero como ocurre habitualmente en México, igual pasa inadvertida y luego se monta un escándalo”, explica Antonio Solá, genio en el marketing político y asesor del presidente mexicano Felipe Calderón.
Se trata de una ampliación del artículo 24 de la Constitución Nacional que establece que:
Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o una falta penados por la ley. El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna. Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria.
Tras el proyecto de reforma presentado por José Ricardo López Pescador (PRI), hubo 199 votos a favor, 58 en contra y tres abstenciones. Con las correcciones, el decreto quedará así:
Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho a participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política.
Solá admite que el nuevo artículo es más tolerante y que supone una apertura, aunque matiza que las diferencias entre uno y otro son mínimas. Además, subraya que el año que viene “es un año electoral, y quizá lo que están tratando es de ganar posiciones, sobre todo después de las implicaciones que tuvieron en la pasada campaña los cristianos (católicos y evangélicos). Es una medida de cara a la galería”, sentencia.
A pesar de que la Constitución de México (anterior a su independencia) la define como una república aconfesional, el 98% de los ciudadanos se declara guadalupano, el 80 % católico, y el 10% evangélico. “Es un hecho que el grupo de los cristianos está creciendo y está alcanzando altas cotas de poder dentro de la política. La iglesia católica en México es muy fuerte, está muy consolidada y es una de las instituciones mejor valorada”, comenta Solá.
La Gaceta
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